La marca del Escorpión presenta una gama 500 basada en la idea de que a cada equipamiento le corresponde un motor. De los 135 CV del Abarth 500 pasamos a los 160 CV de la versión 595 Turismo para continuar con los 180 CV del 595 Competizione y terminar con el 695 biposto con 190 CV en 997 Kg de peso. La letra C tras el 500 significa cabrio o descapotable, en este caso techo de lona negra que se retrae hacia la parte posterior en varias fases, dejando en la opción más abierta la parte trasera con el cristal escamoteado. Aquí sólo un pero: la tela absorve el polvo y la suciedad más que en otras marcas que utilizan otros tipos de tela, lo que no deja de ser una anécdota pero nos obligará a limpiar más a menudo el vehículo, algo que tampoco será un gran inconveniente para sus compradores pues el cliente de este modelo sin duda quiere que le miren y quiere que su coche luzca limpio y resplandeciente.
Lo primero en lo que nos fijamos es el bitono de la carrocería en colores gris y rojo separados por una línea de vinilo blanco. El exterior se adorna con el logo 595 de aluminio en el lateral y el portón, este último con la inscripción Turismo también en aluminio. Destacan también las llantas de aleación de 17” y las pinzas de freno rojas.
Cuando nos subimos lo que nos llama la atención es el cuadro de mandos con pantalla digital a color de 7” y tecnología TFT que aporta una información más detallada acerca de las prestaciones de conducción. La pantalla multifunción cuenta con dos modos que proporcionan al conductor, en modo normal la información de nivel de combustible y consumo en función del tipo de conducción y en modo Sport información más relacionada con las prestaciones del vehículo, como el indicador de aceleración longitudinal/lateral, que toma como unidad de referencia la aceleración de la gravedad (fuerza g). Los asientos deportivos en piel, los pedales y los reposapiés en aluminio son los detalles que saltan a la vista aunque tiene otros complementos, no tan a la vista pero si dignos de mencionar como los tapones de combustible y aceite en aluminio; parece estar todo el coche hecho con esmero y al mínimo detalle, da sensación de lo que es, un coche para disfrutar, mimarlo y seguir utilizándolo cuando llegue a clásico.
Llega la hora de arrancar y es el momento en el que nos sorprende el sonido del escape, de puro deportivo, que «amenaza» con tener ganas de sacar toda su fuerza. Metemos primera, primero con un botón en la consola central (no lleva palanca de cambios al uso) y avanzamos. El resto de velocidades tras la primera se engranan mediante levas tras el volante o de manera automática, según decidamos, y lo siguiente que admiramos es su agarre al suelo, tanto por su rígida carrocería como por la nueva suspensión KONI con válvula FSD que monta.
El corazón de este Abarth 500 es un 4 cilindros de 16 válvulas de 1.368 cm3 sobrealimentado con un turbocompresor de geometría fija que otorga según ficha 160,48 CV de potencia, un par de 230 Nm a 3000 rpm en modo Sport, una velocidad máxima de 210 km/h y una aceleración de 0 a 100 km/h en 7,4 segundos. Prestaciones deportivas nos transmite, aderezadas además del bonito sonido de su escape, pero ¿gasta como parece?. Menos mal que no es así; al tener tan poca cilindrada y un peso tan ajustado de 1.176 Kg, este Abarth tiene un consumo muy reducido, que según la marca en ciclo mixto es de 6,0 litros cada 100 km.
Aunque lo habitual en Europa es elegir un cambio manual de 5 velocidades, la unidad que hemos probado es la versión con el cambio robotizado Abarth Competizione, mecánico de actuación eléctrica con mandos tras el volante, que resalta las prestaciones del motor con tiempos de cambio de marcha reducidos. Este cambio es un aporte más a la sensación deportiva de este pequeño «correcaminos» italiano de corazón caliente. Muy buena elección de compra para quienes gusten de sensaciones deportivas, elegancia y su hábitat natural sea la ciudad con sus problemas de tráfico y aparcamientos escasos.