Por dentro tiene más calidad que un Corsa, los plásticos, tapizados y piel dejan claro que no es un urbano cualquiera y que apunta alto.
El competidor más parecido por tamaño es el Fiat 500, pero las plazas delanteras del Adam están mucho mejor diseñadas. Al volante del Adam no hay ni un ‘pero’, la postura de conducción es correcta, todo está en su sitio y tiene hasta regulación milimétrica de la inclinación del respaldo. El volante es espectacular aunque un poco grande para un coche tan pequeño. Instrumentación muy completa y de coche ‘caro’, con el Adam no se ha escatimado en detalles… Pero sí en centímetros. Las dos plazas traseras son enanas sólo aptas para niños o adultos espachurrados en un trayecto corto.
Pasamos al maletero y aquí sí que nos viene a la mente el Fiat 500 por la mínima bandeja que se pliega manualmente y también por el escaso espacio, en este caso 170 litros y con poca superficie disponible, boca de carga alta y estrecha. Si necesitamos más espacio los asientos se abaten en dos partes iguales, pero el suelo no queda plano.
El equipamiento es digno de su precio: anclajes Isofix en las plazas traseras, ESP, control de crucero, ordenador de a bordo (muy completo), volante multifunción, climatizador, asiento del conductor con regulación de altura, volante con ajuste longitudinal y vertical, Start&Stop, Bluetooth, toma AUX y USB, etc. Pero esto no queda aquí, puede contar con detector de ángulo muerto, faros adaptativos, sensores de aparcamiento y otros elementos que no se suelen encontrar en coches tan pequeños.
Además el Adam tiene un comodín bajo la manga, tanto por dentro como por fuera lo puedes personalizar a tu gusto. ¿Combinaciones? Miles, una locura para los comerciales, pero todo un lujo para el comprador.
Nuestro Adam se mueve gracias a un cuatro cilindros en línea de 1.4 litros de capacidad, alimentado por gasolina que desarrolla 101 CV y un par motor de 130 Nm. La caja de cambios es manual de cinco velocidades, con un tacto simplemente correcto pero no toda la precisión que desearíamos.
El motor carga con los 1.135 kilos del Adam sin problemas, es ágil pero hay subirle de vueltas si queremos tener sensaciones. Acelera de 0 a 100 en 11,5 segundos, alcanza una velocidad máxima de 185 Km/h y el consumo medio homologado es de 5,1 litros a los cien.
Al volante del Adam la visibilidad es buena en todas direcciones y se ayuda de unos generosos retrovisores exteriores calefactados aunque no plegables eléctricamente ni en opción. Sale desde parado con ganas y el motor sube de vueltas con rapidez permitiéndonos hacer bien las incorporaciones si vamos en la marcha correcta. El tarado de suspensiones es firme pero no resulta incómodo. Para aparcar es todo un lujo y si te gustan las direcciones blanditas tiene un botón City.
Salimos a carretera y el Adam va bastante asentado para sus dimensiones, suave y con pocos ruidos. El motor es suficiente pero no es un coche pensado para viajar cargado. En zonas de curvas le falta potencia para ser divertido pero tiene un paso por curva rápido y no se descoloca con facilidad. Cambia rápido de dirección, pero es menos ágil que un Fiat 500, además con su gran volante tenemos que mover mucho las manos para hacer los giros en las curvas muy lentas.