Hay mucho público que recurre a grandes berlinas por necesidades de confort, aumento de familia, dar una determinada imagen… Y no es menos cierto que a veces se quiere algo más de deportividad en estos sobrios modelos. Es lo que siempre ha querido paliar la gama Sportback de Audi, con cierto carácter Racing en aspecto y prestaciones respecto a las versiones de serie.
Es lo que ocurre con el Audi A5 Sportback, más deportivo que un A4 y más espacios que el A5 Coupé. Es más largo que ambos, 4.711 milímetros, iguala en anchura al Coupé, 1.854 milímetros, y es algo más alto que este, 1.391 milímetros. En cualquier caso posee un exterior eminentemente deportivo por su gran anchura y reducida altura. La línea es suave y estilizada, las puertas no tienen marco, y los ya habituales LED dan lugar a un coche realmente atractivo a la vista y sobre todo muy limpio. Otros detalles son el ligero alerón trasero y las llantas de hasta 18 pulgadas.
Por dentro es donde realmente es Sportback se diferencia respecto al Coupé. La elegancia no se olvida, pero sin duda es un entorno más desenfadado y juvenil. La configuración del salpicadero y demás elementos es similar a otros modelos de la marca, con cuero y aluminio como materiales más destacados aunque también hay plásticos blandos que desentonan un poco. Las levas al volante y los asientos delanteros deportivos de cuero beige regulables eléctricamente será lo que llame más la atención. El volante, como no, es multifunción y la pantalla de 6,5 pulgadas del navegador peca de no ser táctil. La postura de conducción es baja y por tanto a pesar de la altura reducida pocos serán los que tengan problemas con el techo. Eso si, el quinto ocupante en el centro no será el que más a gusto vaya. Los 480 litros del maletero son suficientes y están bien distribuidos.
En cuanto a las sensaciones de conducción el motor TSFI de 160 CV es el más bajo de la gama, pero asociado al cambio Multitronic de 8 relaciones gana muchos enteros. Bien en posición normal, Sport o manual con las levas se exprime el caudal de potencia que en un principio podría resultar algo justo para el cliente tipo. El objetivo era una berlina fiable, cómoda de conducir y con un punto desenfreno en el momento adecuado, y la verdad es que lo consigue, en gran parte gracias a este cambio, altamente recomendable.
Las tres opciones del cambio sirven para sacar el jugo a los 250 Nm de par máximo entre las 1.500 y 4.500 rpm. Tanto para trayectos tranquilos como en conducción exigente podemos adecuar la relación del automático a la perfección. Siempre teniendo en cuenta que es una berlina. El control de tracción está muy trabajado y actúa sin brusquedades en caso de que pongamos en aprieto al coche. En su debe que aunque su comportamiento es bueno no se puede decir que el motor sea radical, aunque para eso es el acceso a la gama. Y por otro lado su consumo medio homologado a 7,2 litros de Sin Plomo 95 (sumarle al menos un litro más en condiciones reales) no es de lo mejor del mercado.
Si aprecias más el interior de un coche que su exterior, quieres una berlina cómoda y divertida y no buscas un rendimiento racing esta es una gran opción. Sin embargo no es la mejor opción para hacer muchos kilómetros y como pretendida versión deportiva se queda algo corta. Algo de lo que nos olvidaremos con las excelencias del cambio Multitronic si nos decantamos por él.