Seat es una marca con mucha solera y gracias a ello ahora es capaz de sumarse a la moda de versiones especiales basadas en clásicos de la marca. Uno de los más recordados por los veteranos es el Bocanegra, el apelativo que recibieron los 1200 y 1430 Sport allá por los últimos años de la década de los 70. Unos deportivos modelos por aquel entonces -de 67 y 77 CV respectivamente- que tienen ahora su replica en el último Ibiza como decoración especial en los acabados FR y Cupra.
Lo más característico es obviamente el frontal de color negro, que en concreto cubre la rejilla superior con trama en nido de abeja, la zona central del paragolpes, la rejilla inferior de aireación, las tomas de los extremos y los faros dobles. La parte trasera también se viste de negro, una combinación que destaca con los principales Blanco Candy y Rojo Dakota, los dos colores que se pueden elegir. Otros detalles de la versión son las carcasas de los retrovisores también en negro, las llantas estilo Sira de 7 pulgadas y obviamente el logo Bocanegra. Un Ibiza por tanto bien diferenciado del resto de la gama a golpe de vista.
Por dentro las costuras de la tapicería recuerdan vagamente a las del Golf GTI, más que nada por el protagonismo del rojo. Algunos elementos de fibra de carbono y el logo B de Bocanegra son los otros elementos diferenciadores. La calidad percibida es buena para el tipo de coche en cuestión, así como el equipamiento, ya bastante profuso en las versiones estándar.
Desde el punto de vista de las prestaciones la verdad es que la precisión y sensaciones racing del Bocanegra son notables. El 1.4 TSI es lo suficientemente eslástico y progresivo como para andar tranquilo en ciudad si se quiere y para divertirnos en trayectos por carreteras reviradas exigiéndole lo suyo al autoblocante, que ofrece una gran tracción en curva lenta. No hay que esperar una aceleración brutal, que no la tiene, pero si un rango del par muy versátil para que nos adaptemos bien a cualquier tipo de conducción. El cliente tipo en cualquier caso estará contento.
Como siempre que hablamos de un coche con el cambio DGS del grupo Volkswagen, la caída de vueltas es pequeña y por tanto la transición en la aceleración muy fluida. Es lo más conseguido en el coche, que también tiene un tarado de frenos muy competitivo y uno de los pasos más rápidos de 80 a 120 km/h en un motor de 1.400cc. Lo malo como siempre en estos casos es que si se le quiere dar alegría al modelo no tardaremos a acudir a la gasolinera, ya que es gastón y el depósito -45 litros- no es demasiado grande. Un punto negro que la mayoría perdonará para aportar un punto interesante de deportividad a nuestra próxima elección de coche.