La marca alemana BMW anda inmersa en un proceso de creación de nuevos modelos para satisfacer un espectro muy diferentes de usuarios. La gama X es un buen ejemplo de ello, una de las primeras flotas de todocamino premium del mercado. El X1 xDrive 23d que nos ocupa bebe mucho de esa concepción, ofreciendo un SUV muy compacto o un segmento B muy amplio, según lo queramos ver.

La herencia de la gama X y la Serie 1 es ovbia en su diseño, tomando elementos de los dos en varios casos, e incluso de la Serie 3, como su plataforma. Por ejemplo el frontal es similar a la del compacto y el interior cuenta con muchos puntos en común con sus hermanos todocamino de mayores dimensiones. No hay nada rompedor o que no hayamos visto antes en la marca alemana. Así, se puede configurar de muchas formas la postura de conducción, bien con el volante o a través del asiento, el tacto de la dirección es el típico de BMW, bastante duro, y cuenta con un sistema de navegación iDrive de última generación más intuitivo.

Las plazas traseras no son todo lo espaciosas que debieran para albergar con suficiencia a tres personas, sobre todo teniendo en cuenta que no deja de ser un todocamino, aunque sea de pequeñas dimensiones. Eso sí, si viajan dos, el espacio es muy interesante incluido el reservado para las piernas y una modularidad de hasta 31 grados en el respaldo. El maletero consta de 492 litros de capacidad, buena cifra, que se puede convertir en 1.350 si se abate la fila de asientos traseros.

En cuanto a la dinámica, la unidad xDrive23d con motor biturbo de 204 CV es adecuada en todo tipo de circunstancias, y responde perfectamente si queremos dar una aire más deportivo a nuestra conducción. El propulsor tira muy bien desde bajos regímenes, no obstante cuenta con una aceleración de 0 a 100 km/h en tan solo 7,3 segundos. Y eso con cambio automático Steptronic, la única opción para este motor.

Aquí es donde se ve el verdadero valor del vehículo. El coche cuenta con una respuesta al volante más propia de la Serie 1 que la de por ejemplo el X3. No es tan agil como ésta, pero desde luego responde muy bien a los trazados sinuosos con un balanceo no muy acusado merced a una baja altura de la suspensión. La pega de esta circunstancia es que el X1 queda exclusivamente reservado para la conducción por carretera. Sus prestaciones off-road son bastante limitadas y no es ni de lejos  el mejor uso que se le puede dar al coche. La tracción total está disponible, lo que redunda en un mayor control en circunstancias de asfalto complicado, pero de ahí a meter al X1 por una pista abrupta de tierra sin dañar los bajos hay un mundo. Eso sí, el comportamiento en carreteras de montaña es ejemplar, así como en cruceros, por lo que el apelativo al que mejor responde el X1 sería el de “todacarretera”.

Este modelo de BMW también se aprovecha de las tecnologías de ahorro de combustible englobadas en la coletilla Efficient Dynamics. Consume de media 6,3 litros a los 100 y emite 167 gr/km de CO2. No es lo más espectacular del mercado pero no dejan de ser buenas cifras. En definitiva este X1 viene a ser un vehículo compacto con tracción total, algo más de espacio y algunas de las ventajas de los todocamino. También es más torpe en ciudad y obviamente más caro, por lo que el cliente debe sopesar en la balanza cual son sus necesidades. En cualquier caso es de agradecer el esfuerzo por ampliar las opciones al usuario, aunque no sea con ideas totalmente originales.

El BMW X1 xDrive 23d parte con un precio de 38.000 euros, pero cuenta con una larga lista de opcionales para convertirlo en un verdadero vehículo Premium.

Más información en la web de BMW.