El Nuevo Ford Fiesta se apunta a la moda de la personalización empezada por el Mondeo, el S-Max y el Galaxy. No hay mejoras dinámicas, por lo que la opción de motores se mantiene con respecto a los modelos ya existentes, destacando el Diésel de 90 CV y el gasolina de 120. Los acabados Sport y Titanium son los que se benefician de la línea Individual, que imprime un carácter más exclusivo al Fiesta.
En concreto, se introduce un ligero re-styling exterior, afectando al color o las llantas, que ahora tienen 17 pulgadas. Pero donde es más profunda la personalización es en su interior. Se ofertan dos nuevas combinaciones de colores, Azul Blue o Burdeos Soho entremezclados con Plata Silver. La primera combinación es más desenfada y juvenil, mientras que la segunda es más elegante y sobria. Todo ello cuestión de gustos, pero si es cierto que rompe la habitual monotonía del segmento, y además la calidad de los materiales es superior a la media. También hay que decir que el moderno diseño es algo confuso en partes de su cuadro de instrumentos y salpicadero, algo que hereda de las versiones estándar.
Por lo demás el coche es tal y como son las versiones sin personalización. Su diseño exterior sigue teniendo mucha personalidad y dinamismo, al igual que su interior. La mecánica se sitúa en la media del segmento, siendo un coche divertido de conducir. Además, para los conductores noveles el Fiesta equipa sistema de prevención de calado, que aumenta el par de motor si calcula que el vehículo va a calarse. Otra de sus características es su gran autonomía, cercana a los 1.000 kilómetros.
En definitiva, si el usuario busca algo fuera de lo normal, la personalización Individual del Ford Fiesta puede ser la respuesta. Eso si, sobre gustos no hay nada escrito.
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