El Opel Insignia ha sido el primero de los vehículos de la marca alemana que ha triunfado después de unos tiempos muy convulsos de General Motors, su propietaria. El Opel Astra viene a seguir esa tendencia con una apuesta inteligente para el segmento compacto, un diseño conservador pero atractivo, top en algunos elementos y con un motor 2.0 CDTI de 160 CV que justifica en gran parte su compra.
No se puede decir que el diseño exterior de este Astra sea revolucionario, pero si es lo suficiente atractivo para un mercado como el de los compactos que entra mucho por la mirada. Sin embargo si es más grande. que sus principales rivales, el Renault Megane GT DCi, el VW Golf GTD y el Ford Focus. Sus 4,42 metros de largo y 2,69 metros de batalla buscan más espacio interior y estabilidad de marcha y es algo que consigue en parte. Este aumento de longitud y anchura conforman un vehículo más musculoso y por tanto más pesado, con 1.590 kilos. Muchos para el segmento aunque también tiene efectos positivos como un apoyo equilibrado en curva. Las llantas de aleación de 17 pulgadas de los acabados Sport y Cosmo son uno de los puntos fuertes en este apartado.
Por dentro casi todo recuerda al Insignia, tanto su envolvente salpicadero como el volante, idéntico al de la berlina. Este segundo aspecto trae cosas positivas como la pieza de aluminio pulido que incluye y negativas como la ausencia de levas para el cambio automático, algo que debería ser imprescindible y más en un modelo con un público de unas características tan determinadas. Así que habrá que tirar de la palanca secuencial si queremos hacernos con el control del cambio. Por lo demás la calidad percibida es superior al anterior modelo aunque el mayor espacio no se ha aprovechado para tener una plaza central trasera más cómoda. El maletero tiene 370 litros y es algo que sorprende un poco porque el Megane tiene 405 siendo más pequeño. Eso si, el Flex Door permite que disfrutemos de una plataforma de carga totalmente plana.
Vamos con el motor CDTI de 2.0 y 160 CV. Sus números pueden augurar prestaciones de infarto, pero lo cierto es que el abultado peso incide en que no ofrezca cifras espectaculares en aceleración. Su sistema opcional Flex Ride gestiona múltiples aspectos para garantizar una conducción Normal, Sport o Touring. En el modo Sport el velocímetro se tiñe de rojo y es donde más jugo le sacamos a las prestaciones del motor. La suspensión se torna más dura aunque no muy incómoda y el cambio altera su relación para disfrutar de reducciones más drásticas y justas. El cambio automático se adapta muy bien a cada circunstancia y asegura salidas con fuerza de las curvas buscando el par adecuado en cada ocasión. Unido a que es un propulsor que responde muy bien en bajos hasta 3.500 rpm tenemos un conjunto ágil y divertido tanto en ciudad o en carretera. Hay rivales más ágiles, pero este hasta está bastante equilibrado en ese sentido, sin descuidar el confort de marcha.
En definitiva la cuarta generación del Astra no destaca especialmente en nada, pero tampoco desentona en nada. Junto a un bonito diseño y aspectos tomados del celebrado Insignia es una buena decisión si buscas un compacto equilibrado.
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