Dodge es una marca de referencia en Estados Unidos, pero ya ha protagonizado más de un sonoro fracaso en su intención de hacerse con un hueco en el mercado europeo. La firma americana parece haber subsanado los errores cometidos con otros coches como el Avenger o el Caliber y sobre todo ha mejorado su interior para estar mas acorde a los gustos del viejo continente.
Por fuera el Dodge Journey se identifica con los SUV de gran tamaño americanos, especialmente espaciosos y pensados para largos viajes. A pesar de su robusta apariencia es un vehículo pensado por y para la carretera, ya que sólo se puede encontrar en versión de tracción delantera y su motor no está especialmente pensado para aceleraciones radicales a pesar de contar con un abultado par.
Por dentro la mejora en cuanto a capacidad y calidad es evidente. La postura de conducción es buena gracias a grandes opciones de ajuste del asiento y el volante. Lo que más llama la atención es la gran cantidad de bolsillos y portaobjetos en el habitáculo, aunque también sorprenden los cromados, acolchados y acabados en aluminio del salpicadero y la consola central conociendo otros coches de la marca. El gran atractivo para algunos será su opción de 7 plazas gracias a una tercera fila trasera para dos ocupantes. Si bien en configuración de 5 plazas goza de un amplísimo maletero de 758 litros, de lo mejor en el global del coche.
En cuanto al comportamiento la existencia única de motores de gasolina en Estados Unidos ha obligado a Dodge a conseguir un motor “prestado” y el elegido ha sido el propulsor Volkswagen 2.0 CRD de 140 CV de potencia. Empuja bien desde abajo pero sus recuperaciones tanto con el cambio manual como con el automático de doble embrague opcional dejan bastante que desear a menos de 2.000 vueltas. En cambio el consumo es razonablemente bajo, con una media homologada de 6,5 litros, algo más en términos reales.
La combinación del motor con el peso del vehículo, la tracción delantera y las suspensiones independientes por ejes lo convierten en un buen coche para viajes tranquilos por carretera. No es ni mucho menos un coche ágil (1.895 kilos) y es especialmente ruidoso por su extraña manera de recuperar marchas. Otro problema es que para equipar convenientemente al coche hay que rascarse bastante el bolsillo. Si bien parte de unos económicos 23.600 euros necesitaremos bastante más si queremos dispositivos que en otros modelos son de serie como manos libres, Bluetooth o faros de xenon entre otros.
El Dodge Journey debería tener su nicho de mercado más en los clientes de monovolúmenes que busquen algo diferente que en los interesados en todocaminos deportivos. Los puntos fuertes son la capacidad y buen rendimiento en regímenes medios, por lo que deben ser los que busquen esto los que realmente deberían tener en cuenta a este coche, con tantas luces como sombras. Eso si, es algo diferente a lo que otras marcas ofrecen, lo cual ya tiene cierto merito.