A medida que van llegando las nuevas generaciones de compactos se van generalizando las versiones Diésel deportivas que superan holgadamente los 150 CV de potencia. Es el caso del Mazda3 con motor 2.2 CRTD de 185 CV, lógica evolución de la marca japonesa, la cual siempre ha contado con compactos muy competitivos.
La estética del modelo es muy deportiva, en la línea de lo que ofrece Mazda. Cuenta con paragolpes delantero y trasero deportivos, spolier, llantas de 17 pulgadas, faros halógenos o escape cromado. Además, las ópticas afiladas y su anchura dan la impresión de un coche que sobresale por encima de la media. Por dentro también hay múltiples detalles que elevan la calidad del conjunto, como pomo del cambio y volante multifunción de cuero o una mejora del tacto en el salpicadero. Sin embargo, se observa una falta de verdaderos detalles deportivos que los más entusiastas suelen valorar. La razón puede ser que no se ha querido renunciar al espacio y la habitabilidad (casi 4 metros y medio de largo y 340 litros de capacidad en el maletero) y de ahí una solución intermedia para no cerrarse en banda a un cliente determinado.
Este razonamiento gana peso si se analiza el comportamiento del motor. Esta unida motriz es especialmente versátil y perfectamente utilizable en cualquier tipo de circunstancia gracias a su largo recorrido (y los 400 Nm de par máximo entre las 1.800 y las 3000 rpm). Sólo si se pisa el acelerador a fondo se puede sacar todo el jugo de los 185 CV. En cifras esta versión acelera de 0 a 100 en 8,2 segundos y alcanza los 213 km/h de velocidad punta. El consumo medio está en los 5,6 litros a los 100. Por lo tanto se ha buscado un equilibrio entre potencia y eficiencia, habiendo modelos con mejores números en ambos casos, pero pocos con esas cifras combinadas. En todo caso el conjunto motriz es suave, fiable y competitivo, aunque siga estando lejos de las prestaciones salvajes de los GTI de gasolina.
La garantía del acceso por parte de la mayoría de conductores también se observa por la facilidad de conducción. Su gran batalla (2.640 mm) unida al control de estabilidad DSC con control de tracción TCS permiten gestionar sin mayores problemas los 1.395 kilos de este Mazda. Completan el conjunto dinámico la suspensión deportiva, bastante solvente, y potentes frenos de 300 mm diámetro a los que uno se adapta de forma natural.
Otro de los puntos fuertes de este Mazda es su completo equipamiento de serie. Elevalunas eléctricos, climatizador bizona, asientos delanteros deportivos con ajuste lumbar, radio-CD con reproductor de MP3 y 6 altavoces, entrada auxiliar y toma de alimentación, navegador con pantalla a color de 4,1 pulgadas y ordenador de a bordo, tacómetro digital o bluetooth hablan del esfuerzo de Mazda por ofrecer un compacto de altas prestaciones con gran calidad. Entre los opcionales se puede encontrar una suspensión Eibach más cercana al suelo, sistema de audio envolvente Bose y cenicero, que no se encuentra disponible de serie.
En definitiva esta versión del Mazda3 sorprende por su habitabilidad y equilibradas (a la par que competitivas) prestaciones, aunque quizás deje algo fríos a los usuarios que busquen algo más cañero.
Más información en la web de Mazda.